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Observar. conocerlo y entender su personalidad y sus conductas.
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Felicitar y reforzar. Marcar errores no es la única función como padres en la puesta de límites. Hay que aprender a felicitar y reforzar.
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Mirarlo y escucharlo. La visión de los padres influye directamente en la autoestima de los niños. Mirarlo y escucharlo con atención cuando habla de lo que desea, de lo que le pasó en el día, de sus intereses y actividades.
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Enseñarles a manejar la frustración. Enseñarle a los niños desarrollar su tolerancia a la frustración, y explicarles que cometer errores es algo normal en los seres humanos.
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Metas alcanzables. Enseñarles a ponerse metas alcanzables, sino la exigencia de los padres son internalizadas por los niños, quienes se angustian cuando la expectativa puesta en ellos es más de lo que pueden dar.
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Reconocer sus emociones. Ayudarlo a expresar sus emociones de tristeza, enojo, miedo y alegría.
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Enseñarles a tomar decisiones. Esto fomentará su independencia, porque aprenderá que elegir algo implica renunciar a otra cosa y a correr algún riesgo, y sabrá cómo afrontarlo.
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Dedicarles tiempo. Tiempo al juego, a salidas familiares, a pasar tiempo con él y compartir experiencias.
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NUNCA decir.... cosas negativas, o frases dolorosas hacia ellos (“No te quiero” o “no te soporto”) que se nos escapan en momentos críticos, pensar antes es la solución!
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Criticar la conducta, no al niño . Ante la crítica o el error, marcar la conducta del niño, y no al niño. Cuando disciplines a tu hijo, tiene que quedar claro que lo que te enoja es su mal comportamiento, y no su persona.
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No insultar o ridiculizar. Para él, lo que digas y hagas, será verdad. Trata de no retarlo delante de otras personas, especialmente, frente a otros niños.
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Reírse con el niño, nunca de él.